Descripción:
Una mirada fotográfica a los años ochenta.
Conforme pasan los días y las horas, el trabajo del fotógrafo se acumula, poco a poco, negativo tras negativo.
Entonces, pasados los años, el cúmulo de imágenes empieza a describir un momento, una circunstancia vivida, una experiencia, de tal suerte que el fotógrafo, como ningún otro entendido, puede remontarse justo al instante en que el aire y la luz dibujaron a través del lente una imagen de plata.
Así el archivo del fotógrafo, se convierte en un espacio en donde la arquitectura, la geografía, el paisaje y la historia personal se mezclan.
Las imágenes que aquí se presentan son pequeños atisbos a ese espacio, conservado con grandes esfuerzos por el autor, muestran cuando el circo llegó a Toluca, la espera de Don Gil en el panteón, así como las fiestas patronales y algunos retratos.
También se puede observar el registro de las realizaciones cinematográficas de un grupo de actores y técnicos dirigidos por Gerardo Lara o Enrique Estévez, así como el cuidadoso trabajo de Esvón Gamaliel se despliega, presentando escenas que ojalá definan el sentido, la atmósfera y la capacidad de creación de un grupo de artistas comprometidos con sus ideales estéticos.
Ideales que tocan puntualmente lo mexicano, es decir, la geografía, los mitos, el carácter indómito de el hombre de México que no han podido doblegar los malos gobernantes, el espacio, la luz, la historia y quizá el ser humano.
Como ningún otro proceso tecnológico, la fotografía habla del tiempo, cada imagen representa un breve intervalo en él, instantes en los que se pueden ver a una ciudad destruida o bien a Morelos, Allende e Hidalgo, en un diálogo indiferente con la pared, trágico destino de nuestros próceres.
Cada momento se convierte en un viaje a la memoria, no tan sólo del fotógrafo, sino también, del espectador; entonces el archivo del fotógrafo adquiere importancia histórica para una sociedad, que poco a poco y conforme pasan los días y los años, olvida el día que ha pasado y se enfrenta a un mañana sin memoria.
En nuestro tiempo, en donde el desasosiego cotidiano nos vuelve suspicaces, la labor del fotógrafo se vuelve peligrosa, de tal suerte que es muy difícil realizar fotografías como las que hoy se presentan, por eso esta exposición es una invitación a cada uno de los espectadores a comprender el quehacer del fotógrafo, que con su cámara, conserva esos instantes que son la memoria de una sociedad y que otros, en el futuro, interpretarán como la historia viva de México.
Jorge Ortega.